¿Por qué son Diferentes Las Biblias Protestantes y Católicas? (2024)

Por qué las Biblias católicas contienen más libros que las protestantes? Pocas preguntas provocan más curiosidad (e incertidumbre) sobre la historia de la Biblia que la de por qué, y cómo es que, las dos principales ramas occidentales del cristianismo tienen libros diferentes en el Libro. La Biblia católica tiene 73 libros, mientras que la protestante contiene 66.

Ambos grupos afirman que la Biblia funciona como su autoridad para asuntos doctrinales, aunque hay que admitir que de manera diferente. Es decir, los protestantes y católicos afirman que la Biblia es su canon o autoridad para asuntos de fe y de la moral. Antes de que podamos entender cómo cada grupo lee su Biblia, necesitamos aprender las diferencias entre las biblias que leen. Para ello, detallaremos las principales diferencias, describiremos la historia del canon, y luego mostraremos por qué es esta una pregunta importante.

Las diferencias

Los católicos y los protestantes tienen el mismo Nuevo Testamento de 27 libros. Por lo tanto, las diferencias entre sus Biblias conciernen a los límites del canon del Antiguo Testamento. En resumen, los católicos tienen 46 libros, mientras que los protestantes tienen 39. Por consiguiente, los católicos tienen siete libros más y también algunas adiciones dentro de los libros compartidos: Tobías, Judit, Sabiduría de Salomón, Eclesiástico / Sirac / Ben Sirá, 1-2 Macabeos, Baruc, y material adicional en Daniel y Ester.

Los protestantes llaman a estos libros colectivamente, “los apócrifos”, mientras que los católicos se refieren a ellos como “el deuterocanon”. En este caso, “deuterocanon” no significa segundo en autoridad, sino simplemente segundo en su tiempo de recepción. El Antiguo Testamento protestante coincide con el contenido más reducido del canon hebreo (aunque no en la ordenación y numeración de los libros), mientras que el Antiguo Testamento católico contiene estos mismos libros más los deuterocanónicos.

Cómo surgieron los distintos cánones

Para empezar, hay que evitar varias respuestas simplistas. Estas incluyen la idea de que los protestantes removieron libros de la Biblia o que los católicos romanos publicaron su Biblia definitiva en el Concilio de Trento. Como veremos, la historia del Antiguo Testamento desde el comienzo de la era cristiana hasta el siglo XVI fue bastante compleja. Hay que entender la historia temprana de la relación del canon con estos otros libros antes de hacer generalizaciones sobre lo que ocurrió en el siglo XVI.

Historia Cristiana Primitiva (100–400 d.C.)

Los primeros cristianos respondieron a la pregunta “¿qué es el Antiguo Testamento?” de manera diferente al reconocer la voz de su Pastor en los escritos judíos que subsistían. Jesús y los apóstoles no dejaron una lista de libros autorizados para la iglesia primitiva, y había varios libros espiritualmente importantes y diferentes opiniones sobre ellos. Los códices griegos completos de la Biblia del siglo IV (Vaticano, Sinaítico, Alejandrino) contenían muchos de los libros deuterocanónicos junto con los demás. Estos libros estaban integrados junto al resto del Antiguo Testamento.

Los cristianos evidentemente copiaban y leían estos libros. Ya fuera que los consideraran con autoridad intrínseca o no es una pregunta aparte, como veremos. Además, en el siglo III, los cristianos comenzaron a citar los libros deuterocanónicos como “escritura”. Claramente, ellos consideraban que estas obras eran importantes. A pesar de que los autores del Nuevo Testamento y los escritores del siglo II nunca citan los libros deuterocanónicos como escritura, sí aluden a ellos, mostrando conciencia de su existencia. (Véase, por ejemplo, la alusión a los mártires judíos de 2 Macabeos 6–7 en Heb. 11:35).

No obstante, la afirmación de Pablo en Romanos 3:2, “a los judíos se les confiaron los oráculos de Dios”, probablemente llevó a muchos de los primeros cristianos a concluir que el canon del Antiguo Testamento de la iglesia debía coincidir con el canon judío. Las listas más antiguas, de los siglos II y III de Melito de Sardis, la lista de Bryennios, Orígenes de Alejandría y las listas griegas del siglo IV (Ej., Cirilo de Jerusalén, Atanasio de Alejandría, Gregorio de Nacianceno) omitieron casi todos los elementos deuterocanónicos.1Para ver estas listas y otras más en los idiomas originales y en la traducción al inglés, consulte Edmon L. Gallagher and John D. Meade, The Biblical Canon Lists from Early Christianity: Texts and Analysis (Oxford: Oxford University Press, 2017).

Estos cristianos y otros de su entorno no rechazaron automáticamente los libros deuterocanónicos. Más bien, los consideraban útiles para que los creyentes los leyeran con fines de edificación, pero sin autoridad para asuntos doctrinales. Es decir, sus libros canónicos de primer nivel establecían la doctrina para la iglesia, mientras que los de segundo nivel ilustraban la piedad de los creyentes. Esta es una distinción crucial que a veces se omite hoy en día.

Los libros de primer nivel establecían la doctrina, mientras que los de segundo nivel ilustraban la piedad de los creyentes.

Sin embargo, en la iglesia Latina de occidente se estaba produciendo otro desarrollo. En lugar de preguntarse si un libro formaba parte del canon judío, algunos de los primeros cristianos lo aceptaban en el canon si las iglesias lo leían y lo acogían. Agustín de Hipona y el Papa Inocencio I, por ejemplo, claramente aceptaron los libros deuterocanónicos basándose en esta consideración. Pero otros cristianos de la iglesia Latina, como Jerónimo de Estridón y Rufino de Aquilea, siguieron promoviendo el canon más reducido, ubicando los libros deuterocanónicos en una lista secundaria de libros edificantes que no establecían la doctrina de la iglesia.

Lo que muestra este breve estudio es que los cristianos del siglo IV estaban divididos en cuanto a los criterios que establecían el canon del Antiguo Testamento. Basándose en las listas del canon, la mayoría de los cristianos habrían seguido el criterio del canon hebreo para determinar lo que pertenecía al suyo. Pero otros determinaron el Antiguo Testamento cristiano considerando qué libros estaban las iglesias leyendo en público y acogiendo. Los dos puntos de vista estaban de acuerdo sobre el canon hebreo, pero discrepaban sobre el estatus de los libros deuterocanónicos: unos los relegaban a un estatus secundario y edificante, y otros los integraban con el resto de los libros. El asunto se siguió debatiendo a principios del periodo de la Reforma y hasta el periodo de la respuesta católica romana en el Concilio de Trento (1546).

Período de la Reforma y Concilio de Trento

Aunque el Concilio de Florencia, alrededor de 1445, incluyó una lista de libros del Antiguo Testamento que incorporaba los libros deuterocanónicos, la lista no tenía un dictamen dogmático. Esto significa que los católicos antes del Concilio de Trento seguían debatiendo el canon del Antiguo Testamento en varios aspectos. Por ejemplo, el cardenal Ximénez (mejor conocido por su papel de Gran Inquisidor), el cardenal Cayetano (conocido por escudriñar las enseñanzas de Martín Lutero en la Dieta de Augsburgo en 1518), y el gran erudito católico Erasmo, probablemente habrían estado de acuerdo con los primeros protestantes sobre el contenido del Antiguo Testamento y la distinción entre los libros canónicos y los libros deuterocanónicos para edificación. Pero otros teólogos católicos estaban convencidos de que el Papa Inocencio, el Papa Eugenio, y el Concilio de Florencia, entre otros, incluían los libros deuterocanónicos en el canon.

Cuando el Concilio de Trento se reunió en 1546 para discutir el asunto del canon de las Escrituras, se comprometieron a imprimir la lista de libros del Concilio de Florencia, pero no creían que estaban resolviendo de una vez por todas el debate entre Agustín y Jerónimo, un debate vivo en ese momento entre los eruditos humanistas y protestantes por un lado y los católicos por el otro.

Pero cuando el concilio publicó su decreto sobre el canon, el texto no reflejaba de manera clara este intenso debate. En su lugar, se presentó una lista de libros sin matices que incluía los libros deuterocanónicos al mismo nivel que los demás libros. No obstante, las actas y documentos de las reuniones del Concilio de Trento sugieren una historia diferente. Estos muestran que los teólogos y los líderes de la iglesia creían que no estaban resolviendo el prolongado debate sobre los libros deuterocanónicos a pesar de que su decreto publicaba la lista más amplia de libros sin ninguna cualificación o explicación. Como escribe un historiador católico reciente, “En este caso al menos, el propio concilio debe ser considerado responsable por el malentendido”.2John W. O’Malley, Trent: What Happened at the Council (Cambridge, MA: Harvard University Press, 2013), 92.

A partir de este momento, los apologistas católicos, que deberían haber tenido mejor sensatez, comenzaron a defender este canon como parte de la identidad católica romana. Por su parte, los protestantes también entendieron que la decisión de Trento era una forma de incluir los libros deuterocanónicos que apoyaban algunas de las posiciones doctrinales católicas.

En 1566, el teólogo católico romano Sixto de Siena acuñó el término “deuterocanónico” para describir estos libros junto con otros que los cristianos no llamarían deuterocanónicos hoy en día (Ej., el Apocalipsis). Por “deuterocanónico”, Sixto quiere decir segundo en tiempo de recepción—no segundo en autoridad y dignidad. Estos libros se tardaron más en ser acogidos dentro del canon de las escrituras de la iglesia, y por eso los llamó deuterocanónicos, mientras que los protestantes siguieron llamando a estos libros “apócrifos”, preservando claramente la antigua distinción entre estos y los libros canónicos.

¿Importan las diferencias?

Ya en 1519, las diferencias entre estos cánones podían sentirse. En un debate en Leipzig, Martín Lutero y el católico Johann Maier von Eck debatieron la doctrina del purgatorio y el papel de las indulgencias, entre otras cosas. Al cuestionar la autoridad bíblica para la doctrina del purgatorio, Lutero señaló que 2 Macabeos 12:43–45 podría ofrecer alguna orientación, pero “dado que Macabeos no está en el canon”, sólo es efectivo para los fieles y no proporciona ninguna autoridad. Sólo los libros del canon podían establecer la doctrina. Si el estatus canónico de un libro era cuestionado, como todos los libros deuterocanónicos, entonces no era una autoridad suficiente. En esto, Lutero apelaba a la opinión de Jerónimo.

En 1547, un año después del decreto de Trento sobre el canon, Juan Calvino en su “Hechos del Concilio de Trento: Con su Antídoto” argumentó que los líderes de Trento “se proveen de nuevos apoyos cuando dan plena autoridad a los libros apócrifos. Del segundo de los Macabeos probarán el purgatorio y el culto a los santos; de Tobías las satisfacciones, los exorcismos y más. Del Eclesiástico tomarán prestado no poco. Porque ¿de dónde podrían sacar mejor sus impurezas?”3Extraído de Selected Works of John Calvin: Tracts and Letters: Volume 3: Tracts, Part 3, ed. Henry Beveridge and Jules Bonnet (Edinburgh; Calvin Translation Society, 1851; repr. Grand Rapids: Baker, 1983), 68.

Estos primeros protestantes entendieron claramente que los libros apócrifos enseñaban doctrinas diferentes a las de los libros canónicos, y una vez que la Iglesia Católica Romana les otorgó plena autoridad, muchas de sus enseñanzas pudieron encontrar pleno apoyo. Evidentemente, las diferencias entre ambos cánones no son triviales. Canon significa autoridad, y, por lo tanto, un apoyo autoritario para las enseñanzas de la iglesia.

Evidentemente, las diferencias entre ambos cánones no son triviales. Canon significa autoridad, y, por lo tanto, un apoyo autoritario para las enseñanzas de la iglesia.

Conclusión

Hoy en día, debido a los diferentes cánones, los católicos y los protestantes tienen diferentes autoridades escriturales. La historia del asunto muestra que los católicos de Trento no pensaron que estuviesen resolviendo el debate sobre el canon o publicando la Biblia católica definitiva, incluso si el decreto produjera ese efecto. Del mismo modo, la historia del tema muestra que los protestantes no estaban removiendo libros de la Biblia ya que su canon no sólo era tradicional, sino que, en la medida en que era coherente con el canon hebreo, en realidad tenía el precedente más antiguo. Conocer la historia de la Biblia disipa las caricaturas y la desinformación entorno a esta pregunta.

Notes

  • 1

    Para ver estas listas y otras más en los idiomas originales y en la traducción al inglés, consulte Edmon L. Gallagher and John D. Meade, The Biblical Canon Lists from Early Christianity: Texts and Analysis (Oxford: Oxford University Press, 2017).

  • 2

    John W. O’Malley, Trent: What Happened at the Council (Cambridge, MA: Harvard University Press, 2013), 92.

  • 3

    Extraído de Selected Works of John Calvin: Tracts and Letters: Volume 3: Tracts, Part 3, ed. Henry Beveridge and Jules Bonnet (Edinburgh; Calvin Translation Society, 1851; repr. Grand Rapids: Baker, 1983), 68.

John D. Meade

jmeade@ps.edu | + posts

John (PhD, The Southern Baptist Theological Seminary) es profesor de Antiguo Testamento y codirector del Text & Canon Institute en Phoenix Seminary y colaborador del Proyecto Hexapla. Es el autor (con Ed Gallagher) de The Biblical Canon Lists from Early Christianity y A Critical Edition of the Hexaplaric Fragments of Job 22–42.

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